Asociación de Amigos de las Salinas de Poza de la Sal
Esta Asociación nace de la inquietud de un grupo de personas por conservar y divulgar el testimonio de la cultura e industria salinera.
Esta Asociación nace de la inquietud de un grupo de personas por conservar y divulgar el testimonio de la cultura e industria salinera.
Amigos de las Salinas de Poza de la Sal se constituye como Asociación el 9 de enero de 1999 en el Ayuntamiento de Poza de la Sal, provincia de Burgos, con los objetivos de conservación, defensa y promoción del antiguo salero pozano.
Poza constituye un claro ejemplo de adaptación de un casco urbano a un emplazamiento con unas características topográficas muy peculiares. El caserío de la villa se asienta sobre la ladera oriental del macizo calizo sobre el que se levanta el castillo. Durante la Edad Media el espacio urbano de la villa está ceñido por la muralla y definido por ella, de tal manera que el caserío se adapta a un espacio además de escalonado, limitado por la cerca, y las casas apiñadas configuran su peculiar trazado laberíntico con sus calles angostas. Una configuración urbana caracterizada por una escasez de espacio y luz que se trata de compensar mediante el incremento de la altura de sus casas, con desarrollo de dos, tres y hasta cuatro alturas, un rasgo destacable del caserío pozano. La necesidad de gran mano de obra para la fabricación y comercialización de la sal, supuso la necesidad de que la población creciera y las viviendas se elevaran por encima de la muralla. A partir del siglo XVI comienza a desaparecer el paseo de ronda que separaba la muralla del caserío, y las casas se adosan a la propia cerca, remontando incluso su altura, y rebajando la potencia del muro para un aprovechamiento mayor del espacio interior de las viviendas. La fábrica de sus casas se caracteriza por presentar aparejo de mampostería o sillería en las plantas bajas, con paramentos muy singulares por el uso de la ofita como material de construcción, que también aparece en el empedrado de las calles y en las construcciones salineras. Los pisos superiores son de fábrica de adobe, y entramado de vigas de madera como elemento sustentante y de descarga de tensiones, en el caso de Poza peculiar pues no se limita a una disposición vertical u horizontal de las vigas sino también con una disposición oblicua de las mismas, que resuelve el reparto de las cargas de un modo más racional y eficaz. Otro elemento típico es el enlucido de las fachadas con yeso, pues el yeso fue otro material de construcción que se explotó en Poza a nivel local, producto del especial fenómeno geológico que aquí se produjo. En algunos casos ha sido posible ver trabajos de ladrillo, quizá recuerdo de antiguas obras de alarifes mudéjares.
La muralla definió durante siglos el espacio urbano de la villa. Si en un principio tuvo carácter defensivo, con el paso de los siglos tuvo sólo una función de control de los productos comerciales y también de las epidemias. El lienzo sur se conserva completo en todo su trazado, desde el sector más alto llamado popularmente Paseo de la Reina, junto a las ruinas de la ermita de San Juan y del palacio del Marqués de Poza, hasta su extremo en la calle llamada La Ronda. En este tramo de la muralla se conservan tres puertas, a lo largo de la calle La Red, de distinta época y fábrica: Arco de las Eras, en la parte más alta junto a la fuente el Berro, la más antigua, con doble arco ojival; Arco del Ayuntamiento, que se abre en 1741 para comunicar la Plaza de la Villa con la Plaza Nueva; y el Arco de la Concepción o Puerta del Conjuradero, puerta principal de la Villa, entre la Plaza Nueva y la Plaza Vieja, remodelada en 1694, desde cuyo balcón construido sobre el arco de medio punto los sacerdotes conjuraban los nublados que amenazaban las cosechas y, sobre todo, la producción salinera. El lienzo norte se conserva parcialmente. Tiene su extremo frente a la Casa de Administración de las Salinas, y aquí queda el testigo en el paramento de la desaparecida puerta de la muralla llamada de la Fuente Vieja, que facilitaba el acceso a las salinas y al complejo de manantiales, lavaderos y abrevaderos conocido como Fuente Vieja o Fuente Buena. Algunos especialistas opinan que en esta zona, extramuros, podría haber estado ubicado el barrio judío. La muralla presenta en todos los lienzos conservados elementos arquitectónicos como las torrecillas o garitones sobre modillones, rematados por una especie de matacanes a modo de arcos geminados, a los que se atribuye una cronología correspondiente a los siglos XIV y XV, y que también aparecen en el castillo. Sin embargo es preciso considerar que pueden consistir en modificaciones y remodelaciones introducidas en la época señalada, y que no afectan por tanto al establecimiento de una cronología anterior para el inicio de su construcción, probablemente del siglo XIII. El Arco del Conjuradero permite el acceso desde la Plaza Nueva a la Plaza Vieja que durante largo tiempo debió ser el centro de la vida de la población, por ser la plaza del mercado: Enrique II concede a la villa en 1371 el privilegio de un mercado semanal, los sábados, y dos ferias anuales; este mercado semanal se vio ampliado a dos días, en miércoles y sábado, en el siglo XVI. Su estructura responde al tipo de plaza desarrollado durante el medievo: los soportales definen todo su perímetro excepto en su lado oeste, delimitado por la calle Mayor y los muros de la iglesia. La estructura porticada se sustenta sobre vigas de madera que se apoyan en basas de piedra caliza.
La Plaza Nueva constituye la antesala y entrada a la Villa y un espléndido mirador a las tierras burebanas, lo que la reconoce como El Balcón de La Bureba. La construcción de esta plaza en 1660 inició un nuevo concepto en la configuración del espacio urbano produciéndose una ocupación fuera de los límites hasta entonces definidos por la muralla, y al lado opuesto del valle salinero. Para ello fue necesario levantar potentes muros de contención en sus lados este y sur. Familias ilustres, como los Gutiérrez- Salazar, Vallejo, y los Alonso de Armiño y Muñoz de Velasco establecieron aquí sus casas solariegas, cuyas fachadas presentan sus escudos de armas.
El Ayuntamiento es una construcción probablemente del siglo XVI. Destaca en la fábrica el cuerpo central del edificio en el que actualmente se aloja el Ayuntamiento: dos arquerías formadas por tres arcos de medio punto, sobre imposta que sobresale de la línea de la jamba y el intradós del arco, y en las que las enjutas aparecen resaltadas en relieve. La arquería inferior constituye el soportal, siguiendo la estructura de la Plaza de la Villa con soportales en la calle del Diezmo frente a la antigua puerta y fachada principal de la iglesia. Estos soportales presentan la misma estructura constructiva que en la Plaza Vieja, pilares de madera apoyados en basas de piedra, pero en esta plaza es muy peculiar su aspecto sobre todo en el lado norte, pues el paso de los años ha provocado movimientos en el asentamiento y la estructura de los edificios con un desplazamiento de cargas que los pilares han tenido que soportar adecuando para ello su inclinación.
La Casa de Administración de las Reales Salinas es sin ninguna duda el mejor ejemplo de arquitectura civil, asociada además a la explotación del Salero, producto de un concepto y un estilo derivado del ideario ilustrado. Su construcción comienza en el año 1786 promovida por la Hacienda Real de Carlos III, con un proyecto de José Benito Cortés del Valle. La obra estará terminada en el año 1789 y desde entonces acogerá el control y la administración de los procesos de elaboración, producción, almacenamiento y distribución de la sal producida en las salinas de Poza y también de la procedente de aquellas salinas entonces llamadas salinas subalternas: en Álava, Salinas de Añana, Buradón y Herrera; en Burgos, Salinas de Rosío. El edificio estará en uso hasta el año 1868 en que se produce la caída de la monarquía de los Bombones con Isabel II. Entonces pasará al concejo municipal y desde 1880 será la sede de la escuela que hasta ese momento se encontraba en la Plaza de la Villa, en el edificio en el que actualmente se encuentra el Consultorio médico. En los años sesenta del siglo XX se construye un nuevo edificio destinado a la escuela, y la que fuera Casa de Administración de las Reales Salinas se abandona durante casi cuarenta años hasta que se acomete su rehabilitación como Casa de Cultura. Finalmente, en el año 2003 se instala en su sótano el Centro de Interpretación Las Salinas.
Saliendo de la villa hacia las salinas se llega a un conjunto de lavaderos, abrevaderos y fuentes construidos en el siglo XVIII, y que constituyen una de las obras civiles más importantes y peculiares de la villa. Además en este conjunto está integrados un tramo inicial de acueducto, constituido por tres arcos de medio punto, un puente, alguno de los manantiales, y una calzada que inicia aquí su trazado; obras todas ellas que por las características de sus fábricas, las descripciones de las que han sido objeto en otros siglos, y los estudios e investigaciones realizados por algunos especialistas han sido relacionadas con Flavia Augusta - asentamiento romano a dos Km, - y con la explotación del Salero.
El castillo de Poza es espectacular por su emplazamiento en la cima de un macizo calizo, aislado, de una verticalidad que lo hace inaccesible. El castillo y el roquedo en el que se asienta se encuentran en el borde oriental del diapiro, permite por el poniente el control del acceso a la villa y a la Bureba desde el Páramo, y la hegemonía sobre el valle salinero, y por el levante permite un dominio visual sobre la cuenca burebana. Protege el Salero y sobre todo el caserío de la villa, ceñido por la muralla y asentado en su falda oriental. Al pie del peñón quedan los restos de los dos cubos que flanqueaban el arco de acceso al patio de armas de la fortaleza. En la cima el castillo se dispone en dirección norte-sur, con la fachada en el oeste, y los restos de la torre en el extremo sur. En su interior, se conserva en perfecto estado una estancia larga y estrecha parcialmente excavada en la roca, dividida en dos espacios por un paño de muro en el que se abre un arco de medio punto, y cubierta por una bóveda de cañón levemente apuntada sobre los propios muros, de gran potencia. Al fondo una escalera tallada en la roca conduce al piso superior, una terraza de unos 36 metros de longitud en la que está excavado un aljibe. Este castillo tuvo las funciones de vigilancia y prisión, en alguna ocasión de personas ilustres como ocurrió en 1528 con los embajadores de Francia, Milán, Florencia, Inglaterra y Venecia, de la Liga Clementina, por orden de Carlos V. En la Guerra de la Independencia, se produjo aquí un enfrentamiento entre las tropas napoleónicas al mando del General Palombini y la guerrilla de Francisco Longa y Juan de Mendizábal, que se conoció históricamente como Acción de Poza. Durante las Guerras Carlistas el castillo fue ante todo lugar de control y vigilancia.
En la ladera oriental de la peña en la que se asienta la villa, entre ésta y el castillo, se encuentran las ruinas del que fuera palacio de los Marqueses de Poza, y los restos de las ermitas de Santa Cecilia y de San Juan. Se conservan de norte a sur lienzos de muro y la torre de planta cuadrada, de dos pisos, con un acceso y organización direccional del espacio en el interior en zig-zag, siguiendo el característico modelo defensivo musulmán. Esta torre, de fábrica de mampostería y sillarejo, y sillería en los vanos, consta de dos pisos, el superior -parcialmente derrumbado en marzo de 2004- cubierto por una bóveda de cañón con restos de pintura probablemente del siglo XIV. En sus muros se abren aspilleras, y vanos de arcos escarzanos en el piso superior. Una puerta adintelada y un arco ojival doblado constituyen los accesos en la planta baja.
La Iglesia parroquial de los Santos Cosme y Damián fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1974. Su construcción comienza en el siglo XIII y a lo largo de los siglos será objeto de reformas que modifican su planta y enmascaran su origen gótico temprano. Presenta una planta basilical de tres naves con cabeceras rectas y cubierta de bóvedas de crucería con seis tramos en la nave central y cuatro en las laterales, crucería que es simple en los dos primeros tramos de la nave central en consonancia con su carácter gótico temprano, y con ligaduras longitudinales en los restantes reflejando la influencia del taller de la catedral. El tipo de bóvedas se complica en sucesivas intervenciones: la capilla de Santa Ana se cubre en el siglo XVI con bóveda de terceletes mientras que la de San Antonio de Padua y la sacristía presentan bóvedas con nervios combados construidas en el siglo XVIII. En su origen y quizá hasta mediados del siglo XVII, el acceso a la iglesia se encuentra a los pies de la nave central, en la plaza de la Villa. . En 1655 finaliza la fábrica de la actual fachada principal de la iglesia, cuya ejecución se encomienda a los maestros Simón Cordero y Esteban Iturriaga, y al escultor Sebastián López de Frías También en este siglo se producen dos nuevas intervenciones: en 1642 se levanta la espadaña en el lado norte del campanario, y ya a finales de siglo, en 1690 se instala el actual órgano. La planta basilical es modificada en el siglo XVI al construirse la capilla de Santa Ana, y definitivamente a mediados del siglo XVIII con la obra de la capilla de San Antonio de Padua, promovida por D. Vicente José de la Concha, Administrador de las Reales Salinas; la construcción de la actual sacristía por el maestro Juan de Arronte, con una cajonería de nogal del maestro Santiago de Lamo; y finalmente también se lleva a cabo en este siglo la obra del actual coro. En 1710 los hermanos Cortés del Valle realizan el retablo mayor dedicado a los patronos de la villa e iglesia, San Cosme y San Damián, barroco, con un dorado más tardío, de 1755. Por último, en 1828 y en relación con la puerta de acceso al Ayuntamiento y a la Plaza de la Villa abierta en la muralla en 1741, se abre también un nuevo acceso a la iglesia en su lado sur con una estructura sencilla y sobria consistente en un arco adintelado, rematado por un frontón triangular con tímpano liso. Esta será la última intervención en la fábrica del templo.
El Santuario de la Virgen de Pedrajas ha sido durante siglos el centro de la devoción de los pozanos y también de otros pueblos cercanos a esta villa. Pedrajas aparece ya documentado en un diploma del Monasterio de Oña, de 14 de mayo de 1011, entre los lugares –después despoblado- que integran el alfoz de Poza. Su nombre parece indicar un lugar de piedras, quizá haciendo referencia a los restos de la antigua Flavia Augusta. La imagen de la Virgen de Pedrajas corresponde a una modalidad iconográfica que se difunde en Castilla sobre todo en la primera mitad del siglo XIII, con unas características propias del tipo románico de la Virgen Trono de Dios o Trono de la Sabiduría pero ya con cierta influencia gótica. Sufrió a lo largo de su historia frecuentes modificaciones que alteraron la talla y policromía original, hasta que en 1975 es restaurada con el fin de devolverle su primitivo carácter.
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